En la presente comunicación nos proponemos indagar sobre las identidades transversales en la representación de lo femenino, estudiadas en la obra de Pablo Picasso. Nos centramos en la noción de identidad desde una perspectiva ambivalente, donde los prototipos femeninos picassianos evidencian una supervivencia de la Antigüedad a través de la transposición de elementos trágicos.
Nuestro desafío es estudiar la polaridad de la imagen de la Ninfa, por un lado como efigie muda y, por el otro, como potencia expresiva del gesto intensificado. Estas cuestiones nos inducen a profundizar en las investigaciones realizadas por Aby Warburg en torno a la Ninfa, que orientadas al análisis de la obra del artista malagueño nos permitirán localizar las apropiaciones y metamorfosis del personaje mítico femenino, transpuesta en la representación de la mujer. Picasso va desgarrando la realidad femenina y desplegando lo más sutil y luminoso de la mujer, personificado en la joven y vital ninfa del Mediterráneo. En contraposición, en los híbridos mujer-animal próximos a la década del ’30 presenta lo más sombrío, aquello desconocido que da lugar a lo siniestro y que encierra pulsión de vida y de muerte.
La significativa presencia de Picasso en el arte moderno resulta antagónica a la idea de que el artista integre, actualice y reinvente la Antigüedad clásica como matriz de la creación artística. Picasso funda una nueva etapa en la historia del Arte a partir de Las señoritas de Aviñón, y su posterior vinculación con las poéticas surrealistas nos permite vislumbrar una supervivencia del pathos trágico y una reformulación de la «manera clásica». Cuestión esta que confirma nuestra hipótesis en el puente que establecemos entre Las señoritas de Aviñon (1907), La Danza (1925), La crucifixión (1930) y Guernica (1937). Aquí, Picasso utiliza los prototipos femeninos de la Antigüedad confiriéndole una actualidad próxima al precubismo y luego al surrealismo, hasta llegar al Guernica, donde identificamos a la mujer trágica en la madre con el niño muerto. Relacionamos su padecimiento con el llanto de Níobe y la furia de Medea. La mujer trágica silencia el llanto, transformándolo en grito-aullido desgarrador que provoca una intensificación en la animalidad del gesto y la consecuente exteriorización de una profunda agitación emocional. En la obra del artista malagueño, las formas representativas del personaje mítico se constituyen en resultantes emocionales y en eslabones de una cadena, donde logra presentar de una forma descarnada las turbulencias de la psiquis femenina.
Establecemos una tríada que consideramos indisoluble en la representación picassiana de lo femenino: Mujer-Ninfa-Ménade, capaz de suscitar éxtasis gozoso o terror furtivo, y concentrar la potencia del pathos como desahogo de las pasiones elementales.
Picasso busca, experimenta, reinventa, bucea en el imaginario, recrea a la mujer depositándola en los «moldes clásicos», haciendo estallar las formas en otras «nuevas formas» en las que anida y palpita la fórmula original: la mujer como fuente de gozos, fobias y tragedia.
Doctora en Artes por la Universidad Nacional de Córdoba y licenciada en Pintura UNC, Argentina. Profesora titular e investigadora, UNLaR. Exdirectora de Carrera. Profesora invitada en UNSAM. Experta consultora en la CONEAU.
Dirige proyectos de investigación sobre historia cultural y estudios de la imagen como portadora de memoria, en artes visuales y escénicas. Su tesis doctoral aborda la supervivencia de la ninfa mítica en la obra de Picasso. Conferencias y seminarios recientes: XXIX Octubre Picassiano, Museo Picasso-Casa Natal, Centre Pompidou Málaga, Museo Palacio Ferreyra, Córdoba. Publicaciones académicas.
Bailarina, coreógrafa, artista plástica; desarrolló proyectos artísticos en Córdoba, Buenos Aires y París.
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